En un giro histórico que redefine el tablero geopolítico, China ha consolidado en 2025 una posición de dominio sin precedentes, con Estados Unidos y Rusia rindiendo homenaje a su influencia económica y estratégica. Este “momento chino”, marcado por dependencias comerciales y diplomáticas, surge como respuesta a las debilidades de sus rivales, prometiendo un mundo multipolar pero cargado de tensiones.
El contexto se remonta a la guerra en Ucrania, iniciada en 2022, que ha debilitado drásticamente a Rusia. Sanciones occidentales han estrangulado su economía y capacidad militar, convirtiendo a China en su salvavidas. El comercio bilateral alcanzó un récord de 237 mil millones de dólares en 2024, con Pekín suministrando bienes de doble uso esenciales para la industria de defensa rusa. Esta dependencia se hizo evidente en septiembre de 2025, durante un desfile militar en Beijing, donde Vladimir Putin apareció deferente junto a Xi Jinping, un contraste con la arrogancia pasada de Moscú. Analistas como Orville Schell, en Foreign Affairs, destacan cómo esta dinámica invierte roles históricos: Rusia, otrora superpotencia, ahora orbita alrededor de China, cediendo autonomía en decisiones clave como el manejo de sanciones.
Por el lado estadounidense, el ascenso chino representa una evolución de las guerras comerciales iniciadas bajo Donald Trump en su primer mandato. En 2025, con Trump de regreso en la Casa Blanca, Washington ha pasado de imponer tarifas a buscar treguas. China, controlando el 80% de la producción global de tierras raras —cruciales para tecnología y defensa—, ha usado su leverage para contraatacar. Ejemplos incluyen controles de exportación que forzaron negociaciones, culminando en la cumbre Xi-Trump en Corea del Sur el 30 de octubre de 2025. “China ya no es el perdedor en este juego; es el árbitro”, comentó un analista de Asia Times, simulando la voz de expertos en el terreno. Esta shift se debe a la resiliencia china post-pandemia, con un PIB que superó los 18 billones de dólares en 2024, y su dominio en cadenas de suministro globales, desde soja hasta componentes electrónicos.
Los actores principales son claros: Xi Jinping, arquitecto de esta estrategia asertiva; Trump, pragmático en su segundo término, priorizando “América Primero” pero reconociendo límites; y Putin, cuya vulnerabilidad ha acelerado la alianza sino-rusa. Antecedentes incluyen la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que ha expandido la influencia china en África y Latinoamérica, y la escalada de tensiones en el Indo-Pacífico. Datos relevantes: China representa el 18% del PIB mundial en 2025, superando a EE.UU. en manufactura, y su ejército, con un presupuesto de 300 mil millones de dólares, rivaliza con el Pentágono en tecnología.
Las consecuencias son multifacéticas. Económicamente, fortalece a China como hub global, pero eleva riesgos de inflación en Occidente si se rompen cadenas de suministro. Geopolíticamente, acelera un orden multipolar, donde alianzas como BRICS ganan peso, potencialmente marginando a instituciones como la ONU. Para México y Latinoamérica, implica oportunidades en inversiones chinas —como en litio y infraestructura— pero también presiones para equilibrar relaciones con EE.UU., evitando caer en deudas trampa.
“Si China maneja esta influencia con sabiduría, podría liderar una era de prosperidad compartida”, declaró un diplomático europeo en una conferencia reciente, reflejando optimismo cauteloso. Sin embargo, críticos como John Bolton advierten de “abusos de poder” si Pekín ignora normas internacionales.
En el corto plazo, este ascenso promete estabilidad: treguas comerciales reducen volatilidad en mercados, y la dependencia rusa podría acelerar negociaciones en Ucrania. A mediano plazo, sin embargo, riesgos de confrontación crecen si Occidente acelera deslocalizaciones o si tensiones en Taiwán escalan. China, en su zenit, no solo redefine poderes; invita a una reflexión global sobre cooperación versus rivalidad, donde el equilibrio será clave para evitar un nuevo conflicto frío. Este momento no es solo chino; es el espejo de un mundo en transformación.

