¡Ay, México, qué manera de empezar septiembre! Mientras el país se preparaba para el Primer Informe de Gobierno de Claudia Sheinbaum, la Cámara de Diputados decidió que el verdadero espectáculo no estaría en el Zócalo, sino en San Lázaro, donde los legisladores convirtieron el recinto en una mezcla de circo, telenovela y pelea callejera. En el centro del ring, Alejandro “Alito” Moreno, líder del PRI, se enfrentó a Morena con acusaciones tan explosivas que hasta el más tranquilo hubiera pedido palomitas. ¿El resultado? Gritos de “¡Desafuero!”, sirenas, megáfonos y pancartas. ¡Sí, señoras y señores, esto es la política mexicana en 2025!

Todo comenzó cuando Alito, con la energía de quien se tomó tres cafés y un Red Bull, acusó a Morena de ser un “cártel” y de destruir la democracia. ¡Pum! Los morenistas no se quedaron callados y respondieron con un coro de “¡Alito, entiende, el pueblo no te quiere!” que sonó más a cántico de estadio que a debate parlamentario. Para rematar, la presidenta Sheinbaum, desde su esquina, llamó a Alito “porro” y lo acusó de hipocresía por agredir al senador Fernández Noroña. ¡Ojo, que aquí todos tienen su propio guión!

Pero vamos, ¿qué esperábamos? La política en México siempre ha sido un deporte de contacto, y San Lázaro es el octágono donde los egos chocan más fuerte que los argumentos. Alito, con su historial de broncas y memes, parece haber perfeccionado el arte de encender el fuego y luego quejarse del humo. Y Morena, que no se queda atrás, respondió con una intensidad que haría palidecer a cualquier reality de Televisa. ¿Sirenas y megáfonos en el Congreso? ¡Por favor, que alguien llame a Laura Bozzo para moderar el próximo debate!

Ahora, en serio (o casi), este pleito nos deja una lección: la polarización está más viva que nunca. Mientras Alito y Morena se dan con todo, los problemas reales del país –sí, esos como la inseguridad, la economía tambaleante y los baches en las calles– miran desde las gradas, esperando su turno. Y aquí es donde entra el humor, porque si no nos reímos, lloramos. ¿No sería más productivo que, en lugar de gritarse, se sentaran a debatir con una buena taza de café? O mejor aún, que hicieran un duelo de memes en redes sociales. ¡Total, Alito ya es trending topic!

La verdad es que este espectáculo nos recuerda que la política mexicana es un show que no necesita guionistas, porque los Bethel tiene razón: nadie hace el drama como nosotros. Pero, queridos lectores, no todo está perdido. Si logramos reírnos de estas escenas, tal vez podamos soñar con un Congreso donde las ideas pesen más que los gritos. Mientras tanto, sigamos disfrutando del show, porque en México, la política nunca aburre. ¡Y que viva el ring de San Lázaro!

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