Queridos lectores, agárrense de sus asientos, porque el Senado de México se convirtió en algo más parecido a un ring de lucha libre que a la cuna de la democracia. Sí, señoras y señores, ayer Alejandro ‘Alito’ Moreno, el jefe del PRI, y Gerardo Fernández Noroña, el presidente de la Mesa Directiva, decidieron que las palabras ya no eran suficientes y pasaron a los empujones y manotazos. ¡Tómala, barbón! Manlio Fabio Beltrones, con cara de quien ve a sus hijos pelearse por el último tamal, lo llamó “el peor día de la vida parlamentaria”. Y no es para menos: esto fue un espectáculo digno de transmitirse en el canal de la lucha AAA.

Imaginemos la escena: la sesión de la Comisión Permanente termina, todos están cansados, pensando en el café o en el pozolito del almuerzo, cuando de pronto, ¡pum! ‘Alito’ empuja a Noroña, y este, que no se queda callado ni en misa, responde con un manotazo que ni en telenovela de las nueve. ¿El motivo? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero parece que fue una mezcla de egos heridos, rencillas políticas y, quién sabe, tal vez un desacuerdo sobre si el pozole lleva maíz pozolero o elote de lata. Lo que sí sabemos es que un trabajador del Senado, con el instinto de un paparazzi, grabó todo, y ahora el video está más viral que el último TikTok de Dua Lipa.

Pero dejemos los chistes de lado (o no, porque esta columna sin humor sería como un taco sin salsa). Este pleito no es solo un show de testosterona legislativa; es un síntoma de algo más grande. México está en un momento de polarización donde los políticos, en lugar de debatir ideas, parecen más interesados en ganar el cinturón de oro en la categoría de “mejor drama político”. El PRI, que alguna vez fue el rey del cuadrilátero, está viendo cómo su corona se desvanece –¡96 años fuera de la élite del Senado, qué golpe bajo!–. Mientras, Morena, con Noroña como su peleador estelar, sigue marcando territorio, aunque a veces parezca que lo hace más con gritos que con propuestas.

Y luego está el contexto: Claudia Sheinbaum tratando de apagar incendios con las acusaciones de ‘El Mayo’ Zambada, reformas en el horizonte, y el PRI y Morena peleándose como si estuvieran en un reality show. ¿Qué nos dice esto? Que la política mexicana está más entretenida que nunca, pero también más necesitada de un árbitro que ponga orden. Porque, díganme, ¿quién gana cuando los senadores se convierten en luchadores? Spoiler: no somos nosotros, los ciudadanos, que seguimos esperando que alguien resuelva el tráfico, la inseguridad o, al menos, nos invite al pozole.

Así que, amigos, la próxima vez que vean a ‘Alito’ y Noroña en el Senado, no se sorprendan si traen máscaras de luchadores. Mientras tanto, yo me quedo con mi palomitas, viendo cómo este culebrón político sigue dando de qué hablar. Y tú, ¿team Alito o team Noroña? Mejor aún, ¿team “arreglen el país y déjense de payasadas”? ¡Nos leemos en la próxima función!

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