¡Ay, México, nunca dejas de sorprendernos! Justo cuando pensábamos que la política no podía ponerse más emocionante que un capítulo de La Rosa de Guadalupe, llega la senadora Lilly Téllez con una bomba que ha dejado a todos con la boca abierta, como si hubieran visto al mismísimo Chucky en una reunión de gabinete. En una entrevista con Fox News, Téllez acusó a la presidenta Claudia Sheinbaum y a su partido, Morena, de estar enredados con los cárteles del narcotráfico. ¡Sí, leyó bien! Según la senadora, el dinero de los narcos habría financiado campañas y hasta existiría una red de “narco-políticos” en el poder. ¡Tómala, barbón!
Ahora, antes de que saquemos el pozolito de los chismes y nos pongamos a especular como en una sobremesa familiar, dejemos una cosa clara: estas acusaciones son más serias que el tráfico en el Periférico un lunes por la mañana. Téllez, conocida por no tener pelos en la lengua, ha puesto el dedo en una llaga que duele desde hace décadas en México: la relación entre el poder político y el crimen organizado. Pero, ¿es esto una denuncia valiente o un misil político disparado desde la oposición? Porque, seamos honestos, en este país los dardos políticos vuelan más rápido que los memes después de un partido de la selección.
Por un lado, las acusaciones de Téllez han prendido la mecha en redes sociales, especialmente en X, donde los hashtags y las teorías conspirativas están más calientes que el mole en una fiesta patronal. Algunos usuarios aplauden su valentía, mientras otros la acusan de querer desestabilizar al gobierno de la 4T con afirmaciones sin pruebas sólidas. Y aquí es donde la cosa se pone más sabrosa que un taco al pastor: Sheinbaum no se quedó calladita. La presidenta ha salido a defender su administración, subrayando los avances en seguridad y rechazando cualquier intervención extranjera en asuntos mexicanos. ¡Zas! Como quien dice, “aquí mando yo, y punto”.
Pero, ¿qué tan creíbles son estas acusaciones? México no es ajeno a los escándalos de corrupción y nexos con el narco. Desde gobernadores hasta funcionarios de menor rango, la historia nos ha dado ejemplos que parecen sacados de una película de Hollywood. Sin embargo, señalar a una presidenta en funciones y a su partido entero es como aventarse un clavado sin saber si hay agua en la alberca. Téllez, del PAN, no ha presentado pruebas concretas, y eso le da un aire de telenovela a sus declaraciones. ¿Es una cruzada por la verdad o una estrategia para ganar reflectores? Porque, vamos, en política, a veces el reflector brilla más que la razón.
Mientras tanto, el gobierno de Sheinbaum enfrenta un reto de esos que quitan el sueño: mantener la confianza de la ciudadanía en un país donde la inseguridad sigue siendo el pan nuestro de cada día. Tlaxcala, por ejemplo, acaba de ser escenario de un ataque con más de 200 disparos por una extorsión, y la percepción de que el crimen organizado sigue campando a sus anchas no ayuda a calmar los ánimos. La presidenta insiste en que su estrategia de seguridad está dando resultados, pero con estas acusaciones flotando en el aire, el caldo se está espesando.
Y aquí viene mi reflexión, con un toque de humor para no deprimirnos: en México, la política es como un partido de fútbol donde todos gritan “¡penal!” pero nadie sabe si el árbitro está comprado. Las acusaciones de Téllez pueden ser un golazo mediático o un autogol espectacular, pero lo que sí es seguro es que el debate apenas comienza. Lo que necesitamos, queridos lectores, es menos show y más claridad. Si hay pruebas, que las pongan sobre la mesa; si no, que no nos vendan espejitos. Porque, al final del día, los mexicanos merecemos un gobierno que no nos haga sentir que vivimos en un episodio de Narcos.
Así que, mientras esperamos el próximo capítulo de este culebrón, sigamos atentos a X, donde el chisme político es más rápido que el Wi-Fi de la vecina. ¿Qué opinan? ¿Es esto una denuncia seria o puro ruido? ¡Échenme la mano con sus comentarios, que aquí el café y la política no se acaban!

