¡Ay, México, qué nunca nos falte el drama! Si la política fuera una telenovela, esta semana estaríamos en el capítulo donde la protagonista (nuestra presidenta Claudia Sheinbaum) y la villana de la oposición (la senadora Lilly Téllez) se jalan las greñas en plena plaza pública. ¿El motivo? Nada menos que acusaciones de traición y, agárrense, ¡vínculos con el narco! Sí, señoras y señores, el circo político mexicano está a todo lo que da, y hoy les traigo el chisme fresco con un toque de salsa y humor.

Todo empezó cuando Lilly Téllez, con esa chispa que la caracteriza, apuntó el dedo contra la presidenta y Morena, acusándolos de estar más conectados con el crimen organizado que un teléfono con 5G. Sheinbaum, que no se queda callada ni en misa, respondió con un “¡traidora!” que resonó hasta en los tacos de la esquina. Y así, en un dos por tres, tenemos a dos pesos pesados de la política lanzándose dardos envenenados mientras el resto de nosotros comemos palomitas, preguntándonos: ¿quién dice la verdad? O mejor aún, ¿alguien la dice?

Vamos a desmenuzar este culebrón. Por un lado, Lilly, la senadora panista que parece sacada de un reality show, no tiene pelos en la lengua. Sus acusaciones son graves, pero, seamos honestos, en México tirar la piedra de “narco” es como lanzar un “¡salud!” en un brindis: todos lo hacen, nadie se sorprende. Por el otro lado, Sheinbaum, con su estilo de “yo no me engancho, pero te contesto”, defiende la honra de Morena y jura que son más limpios que un plato recién lavado. Pero, entre tú y yo, en un país donde la desconfianza es el pan de cada día, estas acusaciones no caen en saco roto. La gente murmura, las redes arden y los memes… ¡ay, los memes! Son la verdadera joya de esta bronca.

Ahora, hablando en serio (o lo más serio que puedo), este pleito no es solo un show de dimes y diretes. Refleja un problema de fondo: la polarización en México está más caliente que un comal en domingo de barbacoa. Cada bando quiere pintar al otro como el malo de la película, y en el camino se olvidan de los problemas reales: la inseguridad, la economía, los baches que parecen cráteres lunares. ¿No sería mejor que, en lugar de acusarse de traidores, se pusieran a trabajar en equipo? Sí, ya sé, estoy soñando más que cuando pienso que ganaré la lotería sin comprar boleto.

Y luego está el tema del narco, que es como el invitado incómodo que siempre aparece en la fiesta. Las acusaciones de vínculos con el crimen organizado no son nuevas, pero son un arma de doble filo. Sin pruebas sólidas, estas declaraciones son puro ruido, como el vecino que pone reggaetón a las 3 de la mañana. Pero si hay algo de verdad, entonces estamos ante un problemón que merece más que un tuit o un comunicado. ¿Dónde están las pruebas, Lilly? ¿Y tú, Claudia, por qué te pones tan nerviosa? Aquí todos queremos respuestas, no más capítulos de esta telenovela.

En fin, queridos lectores, mientras el ring político sigue echando chispas, nosotros seguiremos observando desde la grada, con una michelada en la mano y un ojo en las noticias. Porque en México, la política no solo se vive, se goza… aunque a veces nos saque canas verdes. ¡Que no pare el show!

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