06/04/2019 Frontera de EEUU y México CENTROAMÉRICA MÉXICO POLÍTICA TWITTER

El presidente electo Donald Trump vuelve al poder con un discurso que no sorprende, pero que aún resuena con fuerza: retomar la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México. Este proyecto, que durante su primera administración simbolizó su visión de una América cerrada y defensiva, ahora busca consolidarse con un giro tecnológico y una ambición geopolítica que abarca más que solo la frontera sur.

El muro, más que una barrera física

La promesa de un muro impenetrable no es nueva. Trump ha vendido esta idea como una solución definitiva para controlar la migración, un mensaje que conecta con su base electoral. Pero en esta ocasión, el muro no solo será de cemento y acero; incluirá sistemas de vigilancia avanzada, aplicaciones con reconocimiento facial y tecnología de rastreo en tiempo real.

Estos avances, según Trump, garantizarán una frontera “inteligente y segura”. Sin embargo, detrás de la retórica se esconden preocupaciones importantes: ¿qué significa para los derechos humanos el uso de esta tecnología? ¿Cómo se protegerá la privacidad de las personas monitoreadas? Y, sobre todo, ¿qué tan efectiva será esta estrategia en atacar las causas profundas de la migración?

La continuidad del muro bajo Biden

Sorprende que la administración de Joe Biden, que en campaña prometió distanciarse de las políticas migratorias de Trump, haya aceptado una orden judicial que impide deshacerse de los materiales del muro. Aunque esta decisión puede interpretarse como una concesión pragmática, también abre un flanco para críticas. ¿Es esto un indicio de que, en el fondo, ambos partidos comparten una visión similar sobre el manejo de la frontera?

De la frontera al hemisferio: la expansión de la ambición

Lo más alarmante, sin embargo, no es el muro, sino las recientes declaraciones de Trump sobre su interés en anexionar, comprar o controlar territorios estratégicos como Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá. Estas ideas, que parecen sacadas de un manual de expansionismo del siglo XIX, reflejan una visión geopolítica peligrosa.

Mientras Trump pinta estas propuestas como parte de su plan para fortalecer a Estados Unidos, los analistas internacionales advierten que podrían desatar tensiones diplomáticas y cuestionamientos sobre el respeto a la soberanía de otras naciones.

¿Qué está en juego?

El regreso de Trump al poder plantea un desafío no solo para México, sino para todo el continente. La construcción del muro, aunque simbólica, representa una visión simplista y excluyente de los problemas globales. Más preocupante aún es su insistencia en proyectos que ignoran las complejidades de las relaciones internacionales en favor de un discurso populista y polarizador.

El reto para los países vecinos y para la comunidad internacional será contrarrestar estas iniciativas con estrategias basadas en el diálogo, la cooperación y el respeto mutuo. En un mundo interconectado, levantar muros –sean físicos o digitales– solo servirá para profundizar las divisiones.

Porque el verdadero liderazgo no se mide por la altura de los muros que construyes, sino por los puentes que tiendes hacia el futuro.

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