¡Ay, amigos, agárrense de donde puedan, porque el culebrón político mexicano está que arde! Esta semana, Ismael “El Mayo” Zambada, el capo de capos del Cártel de Sinaloa, decidió soltar la sopa en un tribunal gringo. ¿Y qué dijo? ¡Que durante décadas sobornó a políticos, policías y militares mexicanos! Así como lo oyen: mientras nosotros nos peleamos por el último taco en la taquería, parece que algunos en el poder estaban recibiendo maletines llenos de billetes verdes. ¡Qué barbaridad!
Ahora, la presidenta Claudia Sheinbaum, con ese tono sereno que parece decir “tranquilos, yo controlo”, ha pedido que se revelen los nombres de los sobornados. Pero, vamos a ser honestos, ¿alguien cree que esos nombres van a salir a la luz más rápido que un meme de Gatell en TikTok? Aquí en México, la opacidad es como el mole: espesa, sabrosa y siempre termina cubriendo todo. La pregunta es: ¿quiénes serán los políticos que se ponían nerviosos cada vez que “El Mayo” marcaba al celular? ¿Algún exgobernador que ahora da conferencias sobre ética? ¿Algún militar que jura que solo colecciona medallas? ¡El suspenso está mejor que una telenovela de Televisa!
Mientras tanto, en las redes sociales, el chisme está que no para. Hay quienes dicen que esto es una cortina de humo para distraernos de la crisis del agua (¡sí, Monreal, te vimos prometiendo soluciones!) o de las broncas internas de Morena, que parece más un reality show que un partido político. Y no olvidemos al PRI, que está en una crisis tan grande que hasta Noroña se burla de Alito Moreno como si fuera comediante de stand-up. ¡Pobre Alito, ya no sabe si pelearse con Morena o con el espejo!
Pero volvamos al tema de “El Mayo”. Este escándalo nos recuerda que la corrupción en México es como el tráfico en el Periférico: todos sabemos que existe, pero nadie sabe cómo salir de él. Y mientras los gringos nos señalan con el dedo, Sheinbaum les contesta con un “¡calma, que aquí mando yo!”. Lo cierto es que, si queremos que este país cambie, necesitamos más que confesiones de capos en tribunales extranjeros. Hace falta que alguien abra la caja de Pandora (o de billetes, en este caso) y que los nombres salgan a la luz. Porque, si no, seguiremos jugando al “adivina quién” mientras los de arriba se ríen y los de abajo pagamos los platos rotos.
Así que, queridos lectores, mientras esperamos a que “El Mayo” saque su lista VIP de sobornados, les dejo una tarea: la próxima vez que vean a un político prometiendo “transparencia”, pregúntenle si su maletín favorito es Samsonite o Louis Vuitton. ¡Y no se dejen engañar por las sonrisas de campaña! México merece un gobierno que no solo prometa, sino que cumpla. Y si no, pues que al menos nos invite un café para consolarnos por tanto chisme sin resolver. ¡Nos leemos pronto, que la política mexicana nunca descansa!

