¡Queridos lectores, agárrense de sus sombreros de mariachi, que la política mexicana arrancó el septiembre patrio con un espectáculo digno de una telenovela de Televisa! La presidenta Claudia Sheinbaum, apenas calentando el asiento presidencial, ya dio su primer madrazo al crimen organizado con un operativo que parece sacado de una película de Rambo, pero con más burocracia y menos explosiones. ¿El delito? Huachicol fiscal, ese arte oscuro de robar combustible mientras el país paga la factura. Y no, no hablamos de llenar el tanque del vocho con diésel robado, sino de una red que involucra a marinos, un vicealmirante, y hasta el sobrino de un exsecretario. ¡Sí, señores, aquí no hay intocables, ni aunque traigas charreteras brillantes!
Imaginemos la escena: Claudia, con su café de olla en mano, diciendo: “Omar García Harfuch, Raymundo Morales, Alejandro Gertz, vámonos con todo contra estos pillos”. Y zas, 14 detenidos, entre ellos seis marinos y un vicealmirante que probablemente ya está buscando su abogado en Google. Esto no es solo un golpe al huachicol, es un mensaje más claro que el agua de Jamaica: en este sexenio, el que la hace, la paga, aunque tenga un uniforme que brille más que el Ángel de la Independencia en día soleado.
Pero no nos dejemos llevar solo por el drama. Este operativo es una cachetada con guante blanco a los que creían que la 4T iba a ser puro discurso y abrazos. Sheinbaum está diciendo: “Aquí no hay pactos bajo la mesa, ni compadrazgos, ni sobrinos protegidos”. Y hablando de sobrinos, el del exsecretario Rafael Ojeda Durán también cayó en la redada. ¿Coincidencia? No lo creo. Es como si Claudia hubiera sacado la escoba de la transformación y empezara a barrer desde la sala hasta el patio trasero.
Ahora, no todo es miel sobre hojuelas. El huachicol fiscal no es solo un problema de unos cuantos pillos con uniforme. Es un síntoma de algo más grande: un sistema que, durante años, permitió que el combustible se esfumara como el dinero en quincena. Y aunque este operativo es un gran paso, falta ver si la escoba de Claudia llegará a todos los rincones. Porque, seamos sinceros, en México siempre hay un primo, un compadre o un cuñado que sabe cómo esconderse mejor que el tesoro de Moctezuma.
Para el pueblo, este “huachicolazo” es una señal de esperanza. Nos dice que la presidenta no solo vino a cortar listones o a tomarse selfies con los gobernadores. Quiere resultados, y los quiere ya. Pero también es un recordatorio de que la política mexicana es como un buen pozole: lleva de todo, desde maíz hasta chile, y a veces te encuentras un huesito que no esperabas. La pregunta ahora es: ¿seguirá Claudia con esta mano firme, o esto es solo el trailer de la película? Por lo pronto, yo ya saqué mis palomitas para ver cómo sigue esta telenovela política. ¡Y que viva México, sin huachicol y con mucha salsa!
Si quieres seguir el culebrón político, revisa los portales de Excélsior y El Financiero, que ahí está el chisme completo.