¡Ay, México, tierra de contrastes, tacos al pastor y escándalos políticos que no descansan ni en fin de semana! Hoy, queridos lectores, nos ponemos el sombrero de detective para hablar de un culebrón que tiene a Tepoztlán más revuelto que un pozol en licuadora: la famosa “Casa del Silencio” de Gerardo Fernández Noroña. Sí, ese mismo Noroña que grita más fuerte que un mariachi en la plaza Garibaldi, pero que ahora parece querer silencio… o al menos, que no lo critiquen tanto.

Resulta que nuestro diputado, conocido por su verbo encendido y su amor por los ideales de la 4T, se compró una casita de nada menos que 12 millones de pesos en un área natural protegida de Tepoztlán, Morelos. ¡Doce millones! Con eso podrías comprar un terreno en la Luna y todavía te sobra para un cohete usado. Pero aquí no acaba el drama: los comuneros de Tepoztlán, que cuidan su tierra como si fuera su abuelita, dicen que esa compra huele a irregularidad, que el terreno es comunal y que, además, el Comisariado de Bienes Comunales anda en pleitos internos más complicados que una telenovela de las 8.

Ahora, no me malinterpreten, todos queremos que a Noroña le vaya bien, pero ¿una mansión en un área protegida? Eso es como si un vegano abriera una carnicería. Los comuneros, armados con su indignación y unas pancartas, acusan que hasta la Guardia Nacional protege la casa, mientras ellos piden explicaciones. ¡Y con razón! Porque si algo nos enseña la política mexicana, es que donde hay ruido, hay cloaca… o al menos, un buen chisme.

Noroña, fiel a su estilo, no se queda callado. Dice que todo es legal, que no hay nada que esconder, pero el escándalo ya destapó la olla. Y en esta olla hay de todo: desde cuestionamientos sobre cómo un defensor de los humildes paga una casa que vale más que el PIB de un pueblo pequeño, hasta señalamientos de que el Comisariado de Tepoztlán opera sin legitimidad oficial. ¡Es un desmadre administrativo con sabor a pueblo mágico!

Entonces, ¿qué nos deja esta telenovela? Primero, que la coherencia en política es más rara que un político que cumple todas sus promesas. Segundo, que Tepoztlán no solo es famoso por sus temazcales y su misticismo, sino ahora también por ser el ring de un pleito político-comunal. Y tercero, que si vas a comprar una casa en un área protegida, mejor asegúrate de que no te persigan los comuneros, porque esos no perdonan ni con una limpia de huevo.

Así que, queridos lectores, mientras Noroña decide si su “Casa del Silencio” se convierte en la “Casa del Escándalo”, nosotros seguiremos comiendo palomitas y esperando el próximo capítulo. Porque en México, la política nunca decepciona… ¡y el chisme, menos!

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