Queridos lectores, agarren sus palomitas porque el culebrón político mexicano acaba de subirle el volumen al drama. Ismael “El Mayo” Zambada, el capo sinaloense que parecía más eterno que las telenovelas de Televisa, soltó una bomba en una corte gringa: durante 50 años, dice, sobornó a policías, militares y –¡agárrense!– políticos. Sí, señoras y señores, el señor del sombrero confesó que su billetera fue más persuasiva que cualquier discurso de campaña. Y ahora, todos en el circo político mexicano están sudando más que taquero en quincena.

Imaginemos la escena: en el Palacio Nacional, alguien derrama el café mañanero mientras lee los titulares. En el Congreso, los legisladores revisan sus chats de WhatsApp como adolescentes nerviosos, preguntándose: “¿Y si El Mayo menciona a fulanito?”. Hasta en las oficinas de los partidos opositores hay quienes, en secreto, rezan un Padre Nuestro para que no salga su nombre en la lista de “clientes” del capo. Porque, seamos honestos, en México, cuando un narco “canta”, el escenario político tiembla como gelatina en temblor.

Ahora, no nos hagamos los sorprendidos. Que el narco ha metido sus billetes en la política no es precisamente un secreto de estado. Lo que sí es nuevo es que alguien como El Mayo, con medio siglo de experiencia en el “negocio”, lo diga tan campante frente a un juez gringo. Y aunque su abogado insiste en que no dará nombres –¡ja!, como si los fiscales de EE.UU. no supieran apretar tuercas–, la sola idea de una libreta con nombres de políticos mexicanos ya tiene a más de uno buscando vuelos a Cancún… o más lejos.

Pero dejemos el drama y vayamos al humor de la situación. Imaginen a los políticos en una reunión de emergencia, con un asesor gritando: “¡Nadie conteste llamadas de números desconocidos, puede ser la DEA!”. O a un senador revisando su historial bancario, rezando que ese “depósito misterioso” de hace 10 años fue por vender tamales y no por un “favorcito” al cartel. Y mientras, en las redes, los memes ya están circulando: “Cuando El Mayo empieza a hablar y tu tío diputado se va de viaje sin avisar”. México, señores, es el país donde la realidad supera a la ficción.

Ahora en serio, esta noticia nos pone frente a un espejo incómodo. Si algo nos ha enseñado la historia es que el narco no opera en el vacío; necesita complicidades, silencios y, a veces, una palmadita en la espalda de alguien con corbata. La pregunta no es solo quiénes estarán en la lista de El Mayo (si es que la suelta), sino qué hacemos como sociedad para que estas redes de corrupción dejen de ser el pan nuestro de cada día. Porque, vamos, no queremos que el próximo hit de Netflix sea “Narco México: La Lista de Zambada”.

Y mientras esperamos a que el telón se levante en este capítulo, una cosa es segura: en la política mexicana, nunca hay un día aburrido. Así que, queridos lectores, sigan atentos, porque si El Mayo sigue cantando, más de un político va a necesitar un buen abogado… o un mejor sentido del humor para sobrevivir los memes. ¡Nos leemos en la próxima, con más café y menos nervios!

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