Queridos lectores, agárrense de sus celulares, porque el ajedrez político mexicano está que arde, y la presidenta Claudia Sheinbaum acaba de mover un alfil que tiene a todos los partidos haciendo berrinche. ¿El motivo? Una reforma electoral que promete recortar el dinerito que reciben los partidos y el INE. Sí, señoras y señores, ¡la austeridad llegó al juego de las elecciones, y parece que a algunos les duele más que un piquete de alacrán!
Imagínense la escena: los líderes de oposición, con cara de quien se comió un taco de chile relleno sin saber que era de habanero, gritan que esta reforma es un golpe directo a la democracia. “¡Es un complot de Morena para quedarse con todo el tablero!”, dicen mientras agitan pancartas y suben hashtags a X. Por su parte, el equipo de Sheinbaum, con esa calma que da el tener la mayoría en el Congreso, responde: “No es personal, es solo austeridad. ¿O qué, quieren seguir gastando como si fueran rockstars en los noventa?”. Y ahí, en medio del ring, el INE se queda como el árbitro al que todos le echan la culpa, pero nadie le hace caso.
Ahora, dejemos el drama y vayamos al grano: ¿de qué va esta reforma? Básicamente, busca que los partidos y el INE dejen de recibir столько dinero público (sí, dije “tanto” en ruso para sonar fancy). Según Sheinbaum, es para ahorrar y enfocar los recursos en cosas más urgentes, como el bacheo nocturno en CDMX o la lucha contra la sequía. Suena bonito, ¿no? Pero la oposición no se la traga. Dicen que recortar fondos al INE es como quitarle el oxígeno a un buzo: puede que nade un ratito, pero tarde o temprano se ahoga. Y los partidos, pues, están acostumbrados a sus presupuestos para imprimir lonas, repartir tortas y contratar bots en redes sociales (¡ejem, ejem!).
Lo chistoso es que esta pelea no es nueva. Desde los tiempos de AMLO, la austeridad ha sido el estandarte de Morena, pero también su talón de Aquiles. Porque, vamos, ¿quién no ama ahorrar? Pero cuando el ahorro significa menos dinero para los que organizan las elecciones o para los partidos pequeños que apenas sobreviven, la cosa se pone peliaguda. Es como si en una fiesta te dijeran: “Trae tu propio refresco, pero también paga la mitad del pastel”. ¡No pues, qué generosos!
Y aquí va mi predicción, porque no solo soy comunicador, también me las doy de adivino: esta reforma va a pasar, porque Morena tiene los votos en el Congreso. Pero, ¡oh sorpresa!, la oposición va a gritar, patalear y probablemente llevar el caso a la Suprema Corte, que, por cierto, también está en el ojo del huracán por su propia reforma. Total, un culebrón político que ni la mejor telenovela.
Entonces, ¿es esta reforma un jaque mate de Sheinbaum o solo un movimiento arriesgado que podría terminar en tablas? Yo digo que depende de cómo jueguen sus cartas los partidos chicos y el INE. Por lo pronto, saquen las palomitas, porque el juego apenas comienza, y en este tablero político, ¡hasta los peones tienen algo que decir!