ZUMPANGO, EDOMEX, 21MARZO2022.- Este lunes dieron iniciados las operaciones DEL Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y fue el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dio el banderazo inaugural acompañado de su gabinete. Aún con trabajos por realizar, esta terminal ya cuenta con 6 destinos a donde pueden dirigirse los usuarios desde el nuevo aeropuerto. FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

¡Ay, México, qué rápido cambian las tornas! Ayer nomás, Marco Rubio, el flamante secretario de Estado de Trump, nos tildaba de flojos en la lucha contra el narco, y hoy, después de un viajecito de dos horas del AIFA a Polanco (¡viva el tráfico mexicano!), ya nos anda echando flores. Dice que ningún gobierno coopera más contra el crimen que México. ¿Qué le dieron en Palacio Nacional? ¿Un pozolito, un cafecito de olla o un apretón de manos de esos que te hacen ver estrellitas? Porque el cambio de discurso es digno de un Oscar a la mejor telenovela diplomática.

Claudia Sheinbaum, con esa calma que la caracteriza, recibió a Rubio como quien invita a un compadre a la barbacoa. Pero no se dejen engañar: detrás de esa sonrisa de “todo bajo control” hay una jugada maestra. Mientras Rubio llegaba con la presión de Trump y su retórica de “o cooperan o los invadimos”, Claudia les puso un alto con un mensaje claro: “Colaboramos, pero no nos mandan”. ¡Toma, pa’l toro! En un mundo donde Trump tuitea amenazas más rápido que un taquero corta al pastor, mantener la soberanía en la mesa no es cosa menor.

La reunión no fue solo un café de cortesía. Se habló de cárteles, armas, migración y hasta de cómo hacer una frontera más segura que un taco bien envuelto. Pero lo más sabroso es el contexto: Rubio, que antes criticaba la estrategia de “abrazos, no balazos” de AMLO, ahora parece querer un abrazo de oso mexicano. ¿Será que el aire del AIFA lo ablandó? O tal vez fue el informe de Claudia, donde presumió que los homicidios bajaron un 25% (aunque algunos digan que los números están más maquillados que una quinceañera en su vals).

Y mientras estos dos se daban la mano, en el Congreso mexicano la cosa estaba que ardía. Alito Moreno y Fernández Noroña se traen un pleito que parece más de cantina que de legislatura, y Morena anda consolidando su poder en el Tribunal Electoral como quien junta fichas para el dominó. En este circo político, la visita de Rubio es como el acto estelar: todos quieren saber si México y EE.UU. seguirán siendo compadres o si Trump sacará la pistola (figurativa, claro, que no estamos en un western).

Lo cierto es que Claudia salió bien librada. Mostró que puede negociar con los vecinos del norte sin bajarse del caballo de la soberanía. Pero, queridos lectores, no se confíen: en política, un día te aplauden y al otro te piden la cabeza. Por lo pronto, Rubio se fue con una buena impresión (y un coraje por el tráfico). ¿Y nosotros? A seguir comiendo palomitas mientras vemos cómo se escribe el próximo capítulo de esta telenovela México-EE.UU. ¡Que no pare el show!

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